domingo, 18 de mayo de 2014

Tan gris.

Besar a medias con sabor a tintes de penas y alegrías. Tan gris como un Lunes o como un acantilado sin llantos. Gotas de agua que se cortan y no cruzan humedades ni entienden de los que es querer a medias. Gris, como un amor de conveniencia, como un esmoquin de alquiler, como una Cocacola sin gas o una naranja sin mitades. Abrigamos silencios que cortan las alas de ángeles que mudan de piel y mutan sin razón en lo más profundo de un corazón que palpita entrecortadamente consumiendo el aire que se escapa de los labios agrietados de una colegiala sin colegio ni anuario. Tan gris como un abril sin lluvias, como una campana sin diciembre o una rosa sin febrero. Botellas a medias que ni están llenas ni vacías, que no entienden de contenidos ni de ahogarse en las orillas. Tan gris como una lolita sin lunar, una groupi con bragas o una rockera con ropa rosa. A medias como su melena sin aire, como un pájaro sin alas o un avión sin puertas de emergencias. Corazones pintados de gris sin sudor, aliento ni caricias. Tan gris como una despedida en una puerta de entrada, como una salida antes de tiempo o como un reloj sin segundero. Perdimos el tiempo, tan gris, tan muerto, tan intangible, sin saber que mirando hacia atrás tan sólo conseguíamos restarle horas al presente y arrancarle horas al "nos veremos en un par de años". Tan gris como una caricia sin intenciones, como un salto sin peligro, como una llamada sin respuesta o como una voz que no sabe gritar. Un libro sin palabras malditas, gris como un policía sin sentido el bienestar, que no sabe contar historias que hablen de grandes valientes o de cobardes grises que no saben mandar. Tan gris como un domingo por la tarde, como una bala sin dirección o como un perdón de antelación. Un superhéroe con capa que no sabe volar, que no piensa ni arriesga. Tan gris como la soledad entre un millón de gente, como unas ruinas sin edad, o un calendario sin navidad. Unos ojos cerrados que no quieren mirar, ni escuchar, ni sentir, ni palpitar ante lo conseguido. Tan gris como un anciano sin edad, un desierto sin locura o un rico sin propiedad.

Hablamos de grises que no saben que son blancos que se creen negros. Hablamos de grises desprestigiando lo que no tiene término medio. Hablamos de grises que no podemos ver. Hablamos de grises sin saber que hay belleza más allá del blanco más blanco o del negro más negro. Hablamos de grises sin saber que nuestra piel no es blanca ni negra. Hablamos de grises sin saber que somos el gris más hermoso que unos ojos podrán mirar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario