viernes, 18 de abril de 2014

Me hizo llorar.

Me hizo llorar. Me hizo soltar lágrimas de fuego, como si el fuego de su recuerdo hubiese dejado ascuas en mi pensamiento que se avivan cada vez que el aire me trae recuerdos de su cuerpo. Su cuerpo que se fundía como el hielo cada vez que posaba la mano sobre él; cada vez que recorría cada centímetro de él con la boca. Me dejó la boca rota y el tictac del reloj congelado por la ausencia. Me hizo gritar, correr, coger impulso para volar, pero sin sus alas no podía elevarme y me perdía en los precipicios de Soledad. Dicen que nadie está nunca solo, pero ella me dejó tirado cual colilla, cual perro en una gasolinera, cual manzana podrida que nadie se llevará a la boca. Me dejó colgado con las lágrimas petrificadas en los parpados, con los ojos grises y el corazón vacío. Me dejó el último perfume de su risa, el botón de una camisa y la última caricia que alcanzó a mis mejillas. Me mató en vida, como si fuese cadáver y ella la espina de la rosa roja que se marchita bajo el cristal. Me dejó como un diamante sin brillo, una maldición en un castillo o la última balada de trompeta de un grillo: con lo puesto pero desnudo. Desnudo porque ella era mi abrigo; el calor que complementaba mi frío. Era la primavera, el mes de Abril y el 29 de Febrero: era el oasis en el desierto de este cuerpo seco y agrietado que se llena de arena y alucinaciones al faltarle su lámpara mágica. Mi despertador ya no suena y las agujas siguen marcando las tres. Las tres, cuando me hizo llorar.

jueves, 3 de abril de 2014

Tus pisadas

Ella calzaba un 36 y le dolían los pies. sus piernas cortas y sus pies pequeños no podrían seguir las zancadas largas de 45. $5 tenía el cuerpo típico de un hombre al cual el paso de los años le estaba pasando factura: su abdomen cada vez era menos abdomen, y cada vez se acercaba más a los que los científicos catalogaban como "la barriguita de la felicidad". Pero 36 moría por la esbelta figura de 45. No podía caminar sin que le doliesen los pies pero el dolor de pies le resultaba dulce y era capaz de aguantar toda su vida ese dolor, si así era la compañera de los pasos de 45. 45 empezaba a tener barba canosa y 36 sentía que le brotaba la vida dentro de ella. 45 era ya mayor para soñar despierto pero 36 soñaba un futuro cercano en el que unos zapatitos nuevos siguieran sus pasos. A 45 le pesaba la cerveza y a 36, su barriguita empezaba a tener formar de felicidad.
36 se descalza cada noche y, en la cama, l45 le acaricia los pies fríos con los suyos para compartir el calor de la llama que se funde en sus pisadas.