viernes, 21 de noviembre de 2014

Ragazza

Suena el timbre, con intensidad, con sonoridad, con fuerza. Miro por la mirilla y te miro con esa cara de "poesía en movimiento". Estos ojos tristes no han visto a nadie como tú posarse en mis jardines. Cada abeja que bebe de tu néctar se queda incrustada en tu mirada. Tu mirada de miel, profunda como la bahía del rey muerto, como veranear en Capri, como el pozo de los deseos o como el caldero de oro al final del camino de baldosas amarillas.
Sueño despierto, mientras te diluyo en este poema seco que se humedece con el roce de nuestros cuerpos. En tus espalda una escalera se enreda entre mis dedos, un piano suena cojo y un jilguero busca rama para romperte este silencio.
En la cocina aún quedan restos de ti, y en la cama tus recuerdos. Pasas deslizándote por mis recovecos, dejas tus latidos anclados en el sofá y me tientas a que te roce, a que me quemes. Sabes a Venecia y al último sol de la Toscana. He visto a otros esclavos naufragar en tus canales y a viejos capos desquebrajarse por tus ruinas.
Te aproximas, piccola ragazza, tentándome con tu sabor a café. Y te viertes, frágil y desnuda al sol, como si fueses de viento y pudieses cortarme al contacto de tus dedos con mis labios marchitos.

Anoche ardió Roma, y parece que hoy quieres dejar Milán sin ropa.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Tus 100 metros lisos

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Silencio. Se calla. Me mira. Me guiña un ojo y me saca la lengua. Me tienta, se ríe y me hace correr detrás de ella. Me siento un atleta apunto de correr los cien metros que me separan hasta la meta que es su cuerpo. Suena el pistoletazo de salida. Ella corre y yo la persigo. Ella ríe y yo sufro, grito y me deshidrata el no poder beberme sus labios. Ella se divierte, se mueve cómo una gacela. Yo me muero y me mata la cuenta atrás. Quiero tocarte amor, quiero tocarte. Quiero parar el cronómetro en un suspiro con diez caricias. Quiero tenerte anudada a mi costado, que me ates y que no me pierda. Quiero tenerte cómo la fuente de calor que me abrigue en esta noche fría, en esta pálida sonrisa que se corta si no la tocas. Quiero mecer el viento al compás de tu pelo y bajarte la luna para ponértela de sombrero. Déjame alcanzarte amor, déjame alcanzarte. Deja de reírte porque yo no río, porque yo sufro por estar tan cerca de rozarte y por perder las manos, que se diluyen, se evaporan, si estoy a punto de echar mis redes sobre ti. Tu risa me mata cada vez más, tus ojos me ahogan ciegan cada vez más, tu boca me ahoga cada vez más, tu cintura me niega el último baile una noche más, tus manos se burlan de mí con movimientos acelerados otra vez más, tus piernas me niegan pisar por tus orillas una vez más. Tengo que sentirte amor, tengo que sentirte. El alma se me seca y el corazón se me sale por tu boca. Decías que tenía un corazón que no me cabía en el pecho, pero ahora siento que mi corazón se te escapa por la boca, hecho añicos, en mil pedazos inconclusos, incompletos. Mi corazón de atleta se ahoga en el fondo de una botella de Vodka porque no sabe latir a tu ritmo. Déjale que lata, amor, déjale que lata. Porque el impulsor de este cuerpo, ya sin aliento, quiere sentirte cerca en el abrazo más cálido que jamás pudieron darte otros brazos huecos. Se me acaba el tiempo, amor, se me acaba el tiempo. Tú te aburres. Ya no ríes. Me gritas, pero mi boca ya no entiende tu lengua. Me miras, pero mis ojos ya no pueden ver el brillo que había en tus ojos. Te resignas, aprietas el ritmo. Yo me quedo aquí, anclado en mí mismo, encallado en un puerto solitario donde el sol no brilla, donde la luna es turbia y el frío se cala hasta el fondo de un corazón inerte donde ya no brota ni el mínimo resquicio de vida. Te vas. Te marchas. Yo me quedo aquí, sin poder entenderte, sin poder seguirte el ritmo. 

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Poeta

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Hoy la luna me sonríe, como si fuese la sonrisa perfecta del gato de Alicia. Hoy la noche se escribe con las seis letras de tu nombre. Esta noche dejaré de ser un hombre. Dejaré de ser ese tipo de hombre al que desde niño le impusieron que tenía que jugar, estudiar, trabajar, enamorarse, casarse, tener hijos, a los que tendrías que imponerles que hicieran lo mismo; y a morir. Esta noche no voy a ser un hombre. Esta noche seré un poeta. Sí, un poeta. Esta noche no tengo sangre en las venas, sino la tinta negra que se muere de ganas de convertirte en poesía. Sí, tú vas a ser poesía. Voy a ser capaz de borrarte tu nombre, y con él lo que eres, y voy a darte la verdadera forma que te mereces. Voy a bailarte el valls con las palabras que te darán cada uno de los pequeños detalles que te harán de mí, que te harán poema, que te harán libre. Libre. Libre es tu sangre y el viento que te agita la melena. Eres libre como el agua rota que brota de tus latidos. Eres el verdadero significado de la palabra arte. Eres la pluma que se agita sin control entre mis dedos y te escribe, gota a gota, beso a beso. Eres la princesa que se fue de vacaciones con sus labios de fresa; eres la puta con sabor a veneno que me ata a seguir vivo. Eres el sabor a tinta en un beso. Capaz de romperme los esquemas. Eres el campo verde donde reina la paz de nuestra vida. Eres el sabor amargo a café y la ceniza que me quema la vida. Un solo resquicio del caos y de la paz que me hierve la tinta de mis venas. Eres el poema de mi vida y mi vida hecha poesía. Pero yo soy poeta y no puedo ser poema. Yo te necesito. Necesito escribirte. Necesito darte forma. Quiero envolver todo con la risa que te escriba, con cada latido acelerado que le dé cuerda al reloj sin pila en el que se ha convertido mi vida. Quiero besarte y que tus labios sepan a mí, a mi tinta. Quiero quererte porque eres parte de mí. Quiero ser el poeta de tus versos y que seas el mejor poema que escribiré a lo largo de mi poesía. Quiero comerte, robarte del mundo. Quiero ser egoísta, que seas sólo mía. Quiero no compartirte con nadie. Quiero que me vuelvas loco, que me vueles la cabeza. Quiero que me dejes sin palabras y que me las devuelvas si te toco. Quiero ser el dueño de los márgenes de tus formas. Quiero ser las formas de tu caligrafía. Quiero ser tu punto seguido, tu coma, tus dos puntos, tus puntos suspensivos y tus exclamaciones. Quiero hasta ser tus interrrogaciones retóricas. Quiero ser el dueño de tus metáforas. Quiero ser la aliteración que te rompa la boca. Quiero ser el corazón de tu cuerpo. Quiero ser la rima asonante que dé sentido a tu métrica. Quiero ser tu obra, pero no puedo serlo. Solo puedo ser un poeta, pero seré un poeta si tú eres mi poema.


(esta entrada formaba parte de uno de mis antiguos Fralmentos. Tenía que rescatarla. Justo hoy. Bendetti, el atardecer, un violín y un piano, me han empujado a hacerlo)

miércoles, 27 de agosto de 2014

Mirarte.

Alguien dijo una vez que el espejo del alma es la cara, pero creo que estaba equivocado. El espejo del alma es la mirada y...

Si te miro, sé que es beso, qué es deseo
o qué es sexo.
Si te miro sé que es belleza. Si te miro sé que
es llanto, qué es pureza.
Si te miro callo y asiento. Si te miro me hago
de aire y se me pasa el tiempo.
Si te miro, soy paloma que surca los siete
mares y los cuatro vientos.
Si te miro soy fuente de esperanza
en el más desolado desierto.
Si te miro con un guiño, me pellizco y
pienso sí será esto cierto.
Si te miro caigo, me pierdo en mares de
color negro de donde no quiero salir.
Si te miro, eres calma en la tempestad.
Si te miro soy capaz de creer en la
esperanza de la humanidad.
Si te miro, ya no sé si estoy loco
o si estoy cuerdo.
Si te miro soy poeta y tú,
tú eres poesía en movimiento.

jueves, 21 de agosto de 2014

Que nos salven

Anochece en la colina y el aire se espesa y se vuelve húmedo. Esta noche que se avecina huele a falsa libertad, a pólvora y sudor, a sangre y euforia. Los vencedores celebran a gritos una falsa victoria mientras los vencidos susurran que les salven. Perdí, como muchos, el derecho a alzar la voz cuando llegó la estocada definitiva. Se aproximó a mí por la espalda, con su lengua viperina trazando círculos mientras terminaba con otra lengua mortífera que me hizo sudar tinta china en el combate por mi propia libertad individual. Dicen que el cerebro de un hombre no se ve forzado a superar sus límites hasta que se ve en una situación límite, y yo no iba a ser menos. Giré rápidamente para enfrentarme a él y parar su ágil estocada con una reprimenda que hablaba de cada uno de sus lunares. Él danzó al compás del silencio mientras relataba los suspiros que se escapaban por su boca de fresa. Fue abrumador, como el desierto en agosto o como una ducha en el infierno; sin la intención de bajar el ritmo para intentar hacerme fracasar llorando a lágrima viva. Le hablé de mares, de marineros en tierra, mientras me mecía como el viento enlatado en una brisa de nuevas colonias que no entendían de cuerpos y desarmados llantos de libertad. Atravesó mi corazón coraza en la sexta estocada indagando en mí, hablándome de pupilas azules que preguntaban por la poesía. Me faltaba el aire y la libertad me hablaba en idiomas de otras eras. Recompusé un verso inacabado y atravesé su nariz superlativa, apuntándome un tanto, ganando una prenda. Ella nos miraba desde lo alto con ojos altivos y con llamas de papel que gritaban exaltadas que el amor no entendía de tres bandas. Me alcé ante sus ojos pidiendo clemencia por mí para que no pisara mi pobre músculo agitador. Mi adversario aprovechó la desventaja en la que me encontraba para lanzar su altiva palabrería contra mi destrozada esperanza. Caí a la arena, como César derrotado, sin saber lo que era amor o a que sabían sus labios. Perdí ante un falso poeta que vendía palabrería de mercadillo como si fuera néctar para sus desnudos labios.
La luna brillaba reflejada en la laguna a la que me arrastraba a escribir mi despedida. El amor era guerra, la batalla eterna. Nadie se acuerda de quién quedó segundo. La luna nos llama para que los vencidos caigamos en sus aguas. Los titanes vencedores pujan al amor que nos fue negado a punta de lengua y tinta, mientras nosotros, los derrotados, gritamos a los cuatro vientos que nos salven.  

domingo, 27 de julio de 2014

A veces pienso. A veces miro.

A veces pienso en silencio, pensando a qué sabrá la vida dentro de tus piernas. A veces pienso que el silencio puede romperse al compás de tu acelerada respiración. A veces pienso en el vaivén de tus piernas, meciéndose lentamente acompañadas de mis manos apretadas. A veces pienso en recorrerte a base de miradas; a mirarte cada rincón de tu estimada figuración. A veces pienso en arañarte por culpa del éxtasis. A veces pienso que me va a dar un impulso al corazón cada vez que te miro sonriéndome. A veces pienso en diseñarte en braille, de tocarte, de comprenderte, de interpretarte, de transcribirte para que otros entiendan el idioma que habla tu cuerpo. A veces pienso en dejarte con las ganas, en atarte a que me ates con los brazos, a que no me dejes respirar más allá de tu forzada proximidad.

 He visto piratas fracasar en las aguas de tus cuencas, recoger los aparejos y dejar la pesca mayor para piratas poetas con mayores versos y mayores ganas de cometer imposibles. He visto bailar a la luna en el infierno y un enano saltar todos los obstáculos temerosos de no cumplir imposibles para no poder mirarte. He visto a teléfonos perder el tono por no saber tu número. He visto a cantantes quedarse mudos por no poder cantarte bajito a gritos que eres lo más ardiente que se ha visto desde que el Sáhara se prendió. He visto a dados dar un siete y a Damas que no quieren saber de escaleras reales por no poder mirarte. He visto... joder, he visto hasta a Serrat perderse en el Mediterraneo.

A veces pienso en silencio, pensando en la libertad que me encadena a tus labios incandescentes. A veces pienso en las descargas que me recorren la columna cada vez que llego a salvarte. A veces pienso que si un beso es poesía, tu cuerpo debe de ser toda antología. A veces pienso en tus precipitaciones, en lo que llueve cada noche, en lavadoras, en coches, en suelos y en colchones usados. A veces pienso en el olor a después del cigarro del después. A veces pienso en tus costillas en tensión. A veces pienso en el sabor de tu piel, de tus texturas. A veces pienso, que si te pienso, dejas de ser musa, poesía, platonismo.

He visto un Abril llorar porque no hay lluvias. He visto extintores que no sabían lo que era el fuego. Pero lo más alarmante que he visto es tu cuerpo junto al mío.

miércoles, 23 de julio de 2014

No me vuelvas a decir que no.

No me vuelvas a decir que no. Te prometo la luna si la quieres, pero no me digas que no puedes guardarla bajo la cama, cuando te digo que la única que quiero que dé luz a mis noches, es la persona que duerme conmigo. No me digas que no. No digas que esta despedida es un adiós. Di mejor hasta luego, porque quiero volver a verte recorrer el mar con las manos y a mecer el aire con tus caderas. No me digas que tu cuerpo no puede ser mi viaje hacia la última frontera, hacia mi última barrera. No me vuelvas a decir que no quieres ser mi bosque, mi enredadera. Déjame tropezar y aparecer junto a la pared que delimita tu sonrisa. No me vuelvas a decirme que no quieres ver un nuevo amanecer, postrada en los viejos andenes de este cobijado guardarropa donde nos deshacemos en halagos, donde jugamos a comernos con las manos. No me digas que no confías en poetas, que no entiendes de sus tretas que sólo juegan a vaciar corazones, sostenes, a jugar con la bragueta. No me digas que no quieres ser poema; ser la musa de tez morena que da nombre a mis múltiples condenas. No vuelvas a decirme que no quieres correr, volar, soñar con salir del fondo, de surcar las nubes adosada a mis alas de paloma. No vuelvas a decirme que tienes sed si mis labios te sonríen por dar calma a ese sosiego. No me vuelvas a decir que no quieres sonreír; que no quieres estremecer, que no quieres que naufrague en el archipiélago de tus rodillas. No me vuelvas a decir que no entiendes de puntos suspensivos, que tú eres más de puntos finales y que nunca entenderías de finales abiertos. No digas que no conozco tus latidos, tus impulsos, si sé de qué pie cojeas y en qué hombro prefieres apoyar mis 'hasta mañana'. No. No me lo digas. No me vuelvas a decir que no, cuando tus ojos piden "si".